Tengo frío. El comienzo de la primavera siempre es igual: Tengo calor durante el día, a la noche tengo frío. La Luna debe estar alta, brillante como una perla. La recuerdo, fue una de las últimas cosas que vi. Yo, que ya no puedo recordar mi propio rostro de niña, la recuerdo. Ya veía como dentro de un túnel, envuelta tenuemente por la niebla multicolor que veo ahora. La Luna era una esfera helada, con un halo iridiscente. La miré durante horas, tratando de fijarla en mi memoria pues sabía que quizás nunca volviera a verla. No lo hice, la Luna sigue allí. Yo también, sólo que estoy ciega.
Levanto el vaso. El licor tiene un gusto amargo. Muevo la cabeza de un lado a otro, en un espasmo involuntario, no estoy acostumbrada a beber esto. Pero el olor me atrae, y el sueño que promete también. Dulce el sueño de los borrachos y de los ignorantes, no saben que nosotros, los que mandamos nos desvelamos por ellos... El humo del tabaco y del incienso inunda mi habitación. Yo estoy envuelta en una niebla amarilla, verde por momentos: Las llanuras de los muertos. Como a la distancia, oigo la voz de mi sierva, leyéndome una historia romántica. Una compañera, igual a mi en casta y abolengo, pero no en poder o en conocimiento escucha con atención, y suelta una carcajada en el momento oportuno. Compañía, licor, incienso, tabaco: una velada tranquila, acorde a los designios de la casta. Otro trago del líquido. Tiene un olor a madera y a vainilla, y en la boca pica y se siente amargo, para luego sentirse picante al final. Otro movimiento espasmódico, seguido de una risa de mi amiga. Basta de esto…me aburre la historia, digo. Mi compañía debe estar asintiendo con la cabeza. Tú, pon la caja de música, sigo señalando a mi sierva. La música suena metálica, artificial pero provoca un sonido de asombro. Soy una de las pocas personas en la ciudad con una caja de música, verdadera maravilla del arte níveo y símbolo de que hasta la voz puede ser domesticada.
Otro trago. Estoy envuelta en una niebla blanca, brillante, helada. Bruma similar a la de los pantanos salinos por la mañana, niebla que promete plagas y pestes. Siento humedad, frío. El olor a cobre y dulce de la sangre, mi boca esta llena del gusto picante del licor que me arde en la punta de la lengua.
Siento humedad en mi vientre, en mi entrepierna. Llevo mí instintivamente a la zona y la siento mojada. Toco el líquido, tibio, pegajoso y lo llevo a mi nariz. El olor a sangre es evidente. Estoy herida. Dentro de mi conciencia se que el Jaguar me ha desgarrado las entrañas. Sin embargo no hay pánico, siempre supe que esto sucedería. Estoy aturdida, la caja de música se ha ido y hay una selva a mí alrededor. Siempre supe que esto sucedería.
La domesticación tiene un problema terrible: el amansamiento. Los animales cimarrones tienen que vivir en un entorno peligroso, cruel, que los obliga al ingenio y a la brutalidad; que los obliga a sobrevivir. Pero los animales mansos viven en un entorno tan manso como ellos. Ahora, si arrojásemos un animal domesticado en un entorno salvaje, serían pocas sus chances de sobrevivir, porque está acostumbrado a que hagan todo por él, a que no tenga que pelear por nada. Y cuando tenga que hacerlo, no podrá aunque tenga las herramientas para ellos. Esto también aplica para los seres humanos. ¿No me creen? ¿Acaso creen que sobrevivirían en la Selva de las Mil Lianas así como son? Imagino que ustedes teóricamente saben los principios por los cuales se rigen las maquinas, los elemento que hacen más cómodo su vida cotidiana. Pero tantos años de delegar en otros las tareas han seguramente acabado con su capacidad de sobrevivir. No los imagino haciendo fuego, aunque todos saben que lo pueden hacer con dos maderos. Sin yesca, sin gas, sin lámparas, no podrían, aunque sepan como hacerlo. Y al morirían, como yo.
En mi caso debo agregar un problema: soy inservible. La vidente estatal, la sucesora del imperio es inservible. En un mundo salvaje, los seres inferiores deben morir. Nosotros al domesticar hemos cometido el error de priorizar cualidades aun en detrimento de las demás. Las vacas lecheras se mueren si no se las ordeña, destripadas al abrirse sus ubres. Pero a nosotros los domesticadores nunca nos importo, tan ocupados en tener más leche como estábamos. Yo soy ciega. Veo cosas que los demás no ven, pero en mis sueños. No podría valerme por mi misma en un mundo salvaje, siempre necesito de otro para hacer todo. El mundo sin amansar no dejaría que yo viviera, me devoraría el primer depredador oportunista que apareciese, si no me muero de frío o hambre antes.
Mi herida me duele, a la distancia un olor me indica que el jaguar espera a que me desangre para poder comerme. Ni siquiera gasta sus energías en mi, no vale la pena por tan mísero bocado. ¡No! ¡No dejaré que esta alimaña me coma tan fácilmente! ¡Al menos que se tome la molestia de matarme! ¡Ven aquí maldita bestia y mátame al menos, en lugar de esperar! ¡Al diablo! ¡Debo parar la sangre para que el jaguar venga y acabe! ¡Debo parar la sangre! ¡Debo parar la sangre! ¡Mierda, debo parar la sangre! ¡Excelencia, tranquilícese por favor! ¡Despierta, Ciega, despierta! Los chillidos me despiertan. ¡Aún tengo sangre! Es su luna, Excelencia, es sólo su luna…me susurra mi sierva, acariciándome la cara. Toco la parte baja de mi túnica y la siento mojada. No se preocupe, Excelencia, no pasa nada. Todos tenemos pesadillas. Me he orinado, Angélica, busca una túnica. Oigo a alguien levantarse de los almohadones haciendo un esfuerzo por no hacer ruido. Rápidamente me muevo y le tomo el tobillo, helado, huesudo. Mi amiga grita de miedo y de dolor cuando cae y golpea el piso. Intenta sostenerse con las manos, pero tiro de su pierna con la fuerza innatural de los locos y la atrapo. Siento el pulso agitado, la pequeña garganta, cuando la ahorco con mi mano derecha. Si dices algo de esto, si llego a saber que alguien se ha enterado, te juro que haré desmembrar, y sólo te morirás cuando acabes pidiéndolo a gritos. ¿Me entiendes? Mi amiga susurra un sí, la suelto. Huye llorando en silencio.
Mi sierva me cambia de ropa con cuidado, me envuelve en perfumes y talcos, me susurra algo despacio. La abrazo. Ella me acaricia el pelo. Si, me vuelves a tocar en público, te haré cortar las manos. ¿Queda claro?, la reto. Sí, Excelencia. Me queda claro.
Cara Berlangganan WeTV
Hace 1 año
2 delirios:
me pudiste haber llamado, me pudiste haber mandado un sms, me pudiste haber mandado un mail...demonios me lo pudiste decir por msn...pero nooo, tenias que postearlo en mi blog DONDE TODO EL MUNDO LO PUEDE VER...
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