miércoles, 21 de octubre de 2009

El Calculador

Siempre que sigo mi rutina de tomar café y leer el diario, recuerdo al Calculador. La última vez que lo vi, apenas salía de la niñez y caminaba hacia una adolescencia quizás un poco más extraña aunque tan complicada como todas. Era frustrante pasar tiempo con él. Cada vez que abría una noticia, lo hacía deliberada lentitud para darle tiempo de decirme algo, esperando su sonrisa desdeñosa. “No puedo creer que sigas perdiendo el tiempo con eso”, solía decirme, terminando su café con leche. Lo que cuentan los diarios no es más que el diez porciento de lo que ocurre en realidad, y el análisis siempre está errado, por falta de datos. El Calculador sabía bien de lo que hablaba. Largos cables dorados salían de su cabeza y lo unían a una serie de máquinas laberínticas, monstruosas. Continuamente enviaban datos a su cabeza, que él ordenaba para que Cerebro pudiera entenderlos. En su opinión, el periodismo de análisis, los noticiarios, no eran más que entretenimientos, intentos de entender lo incomprensible. Los analistas simplificaban todo, olvidando que el mundo es más complejo de lo que parece. La baja en la economía podía tener que ver con el terrorismo, las tormentas solares y la baja en la confianza en los bancos. Pero también tenía que ver con el chico que había dejado de comer chocolates todos los días para empezar una dieta, el hombre recién divorciado y deprimido que llegaba tarde al trabajo y conmigo que perdía media hora leyendo diarios todos los días. Todo tenía que ver con todo, y el descubría los invisibles hilos que unían la telaraña de las infinitas realidades.
En esa época, no sabíamos como hacía para unir y procesar datos. Él tampoco sabía, simplemente lo hacía. Era como caminar o andar en bicicleta, cosas simples, pero increíblemente difíciles de explicar. Tampoco comprendíamos muy bien como usar sus dones. Al principio, volcábamos datos de forma convencional, como se los daríamos a cualquier oficinista, para que los procese. Pero no tardamos en descubrir que El Calculador no era precisamente un genio en matemáticas, sólo era bueno atando cabos. Volcar los datos ya procesados por Cerebro resultó peor. El Calculador enloquecía periódicamente, con su cerebro colapsado al intentar comprender la mente de una máquina que no ha sido hecha para que el hombre la entienda sino que existe para ella comprenda al hombre. Nunca se recuperó del todo de ese periodo, y cuando fui asignado a su caso, aún consumía sueños cyber diseñados para tratar su insomnio. Era extraño hablar con él. A veces, demostraba la curiosa candidez de un niño, incapaz de comprender cosas tan simples como el funcionamiento de una heladera o la importancia de su trabajo. Otras, nos tenía horas enteras revisando su cyber cerebro, asustados por alguna locura que había dicho.
Su sobrecapacidad de análisis chocaba con su incapacidad de entender. Tratábamos de no hacerle preguntas. No era extraño que una pregunta sumamente simple de contestar para nosotros lo llevara a un análisis demasiado profundo y desencadenara un torrente de frases y palabras casi sin sentido, para terminar en una explosión de llanto al sobrepasar su capacidad de análisis. Una vez, mientras monitoreábamos sus charlas en la red, descubrimos que varias personas creían que hablaban con una máquina virtual. En una investigación posterior, un colega demostró que a veces El Calculador no pasaba el test de Turing, sobretodo cuando gran parte de su mente estaba ocupada en la traducción de datos para que lo entendiéramos nosotros.
Poco antes de que me asignaran a otro sector de la investigación, El Calculador conoció a Foxglove. Si bien El Calculador es conciente de todas las presencias en la red en un momento dado, no puede saber quienes son, y sólo conoce gente a través de los foros. Ambos eran tecnópatas y congeniaron enseguida. El don común los enamoró en poco tiempo. Imagino que debe haber sido maravilloso para los dos encontrar a alguien que pudiera comprenderlos, que tuviera las mismas experiencias, pero para nosotros era un dolor de cabeza. El Calculador no podía tomar alcohol, ni consumir nada que pudiera dañar su mente única, pero el no entendía, y se entregaban a parrandas en bares virtuales en las que acaba delirando en un mar de drogas cyber diseñadas. Sus análisis terminaban hechos un desastre porque el cálculo se había procesado durante una terrible resaca. De sus encuentros con ella salía arañado y mordido, como si fueran dos gatos en celo. Al final, quisimos prohibirle verla, pero amenazó con falsear los datos de análisis.
Ahí nos dimos cuenta de nuestro error. Habíamos confiado toda la capacidad de análisis de nuestro sistema económico y político a una sola persona. No a una máquina, infalible, honesta, sino a un hombre, sentimental, caprichoso. Los resultados de sus procesos eran sólo comprensibles por Cerebro, imposibles de entender por humano alguno. El propio Cerebro no podía saber si los datos eran verdaderos o falsos, alcanzaba con que El Calculador mintiera en una cifra infinitesimal para que todos los resultados fueran peligrosamente erróneos.
Para esa época me retiraron del proyecto. Siempre me pregunté como habrán hecho los psiquiatras que lo trataron posteriormente para que no se diera cuenta del poder que tenía, para que no se tentara con él. Hay estadistas que consideran que El Calculador es un dictador, un ser único y casi onmisciente que puede modificar la realidad y forzar las decisiones de los líderes al mentir en las cifras de sus análisis. Hay quien dice que con el tiempo seremos más y más dependientes de él hasta que al final él elija los caminos a seguir, el destino de los hombres, fiel a cálculos insondables pero infalibles.
Yo no me preocupo por esas cosas, ya estoy viejo. Los jóvenes tendrán que lidiar con Calculador cada vez más distanciado de la realidad que siempre estudió desde afuera. Yo me limito a tomar mi café, leer el diario, y recordar como era él cuando era joven.

1 delirios:

Unknown dijo...

Debo decir que Cerebro es personaje de Asimov. Es un robot-computadora que aparece en su cuento "Evasión". La idea que tendremos computadoras que fabriquen datos para otras computadoras también es de él.
Los cyber cerebros aparecen en "Ghost in the Shell" de Masamune Shirow. Los agregué porque me encantan (son metálicos y tienen cablecitos, todo tan cyberpunk xD).

Publicar un comentario