lunes, 22 de noviembre de 2010

2 minutos (escritura rápida)

I
en los minutos
que diferencian a los relojes de mi dormitorio,
los astros podrían haber reptado
por el cielo negro
mientras miles nacían con llanto
y morían en susurros.
en esos ciento veinte segundos,
que no se si han pasado,
el destino forjado para mí
podría haber cambiado
siguiendo la voluntad de un oscuro dios olvidado.
pero no se si todo esto ha ocurrido.
mis relojes son imprecisos
y se adelantan y atrasan
siguiendo un mecánico capricho.

II

Gracias a su apurado reloj,
ella vive dos minutos en el futuro.
Sin necesidad de magia,
ni de consultar  oscuros arcanos
ella sabe lo que vendrá.
Sabe mi futuro,
como si hubiera visto mis cartas
antes de dármelas.
Sabe como seguirá nuestro juego,
como continuará
el mundo de peluches que nos hemos cosido.
No le sirve de mucho,
no puede cambiar nada.
Lo que tenga que ser, será.
Y yo segurié viviendo dos minutos en el pasado.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Mi gata

Mi gata anciana vive en un mundo
que aún no me ha ocurrido.
Los perros de mi madre
saltan a su alrededor,
explosivos, olfateándola.
Pero ella no les hace caso,
sigue su marcha sorda,
hacia el sillón
donde dormirá el ojo turbio
envuelta en su calma senil,
frágil y aturdida.
La miro,
recuerdo lo que aún no me ha pasado.
Le pido un consejo
que me ayude a soportar
la vejez blanc ay el olvido.
No me hace caso,
duerme muy cómoda,
ajena al ruido
del televisor,
mientras los perros y el mundo
ladran y se desquician.

martes, 9 de noviembre de 2010

Refugiados

El auto trepa
los caminos escondidos
y los clavos de las ruedas
se hunden en el barro negro
de los turbales.

Paseamos por barrios nuevos,
claros húmedos
arrancados del bosque.
Está lleno de estos refugiados,
dice la nativa.
Intentan dejar atrás el hambre y la pobreza.
escapan de su pasado,
lavan la vergüenza del fracaso
en el agua turbia de los arroyos.

Por eso corren hacia la Tierra del Fuego.
Acá, la memoria destiñe
con la nieve de Abril.
El perdón llega con las heladas.
Por eso vienen, estos refugiados.
Este es el fin del mundo.
Ya no pueden huir más lejos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Pasajero en Tránsito

Vivo en los aeropuertos.
Decir que tengo
Una casa de ladrillos
una esposa, hijos,
un auto
es excesivo.
Yo vivo en los aeropuertos.
Me despierto en alguno,
con el sol saliendo
por cualquier lado.
Me afeito
en un baño supersónico
y desayuno en bares minimalistas
antes de partir de nuevo.
Mi familia se llama personal.
El hogar es el avión,
volando aséptico
a cinco mil metros de altura.
Mi cama,
cuatro sillas
y una campera convertida en colchón.
A veces,
ahí arriba
pienso que se me va la vida
tratando de tocar tierra.