viernes, 19 de noviembre de 2010

Mi gata

Mi gata anciana vive en un mundo
que aún no me ha ocurrido.
Los perros de mi madre
saltan a su alrededor,
explosivos, olfateándola.
Pero ella no les hace caso,
sigue su marcha sorda,
hacia el sillón
donde dormirá el ojo turbio
envuelta en su calma senil,
frágil y aturdida.
La miro,
recuerdo lo que aún no me ha pasado.
Le pido un consejo
que me ayude a soportar
la vejez blanc ay el olvido.
No me hace caso,
duerme muy cómoda,
ajena al ruido
del televisor,
mientras los perros y el mundo
ladran y se desquician.

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