Es la misma habitación de la otra vez. La cama tallada está idéntica, tiene idénticas sábanas. La misma india mestiza nos da la espalda, desnuda en su cuadro. Ahí está el mismo espejo de marco de madera negra, los mismos globos polvorientos de vidrio en las lámparas. No, no te dejes engañar. No es la misma habitación. Esa vez estaba sofocante, uno de los globos brillaba titilante y azul. Recuerdo que pasé largos minutos observando el bailar de la llamita, disfrutando el silencio, recordando el valor e la compañía. Es la misma habitación, las sábanas son las mismas, los fantasmas miran desde el techo. Hay uno más desde la última vez. Definitivamente esta es una habitación distinta, en un tiempo distinto. O no.
La niña-amante se sienta en la cama, temblando casi imperceptiblemente, con la mirada de una presa acorralada. Temores de virginidad, le digo. Por un momento creo que es otra. ¿Me confundo? Sí, aquella niña tenía el pelo negro, este lo tiene rojo. Me confundo. No, son las mismas. Tiemblan igual, el brillo de la tenue luz sobre su hombro es el mismo. La melancolía que me produce verla desnudarse es la misma. No, no es la misma. Es otra, sigue siendo otro momento. Aquella vez había el apremio del amor, ahora sólo el apresuramiento aburrido por el cumplimiento de algo que parece hasta una obligación.
Son dos tiempos distintos, pero son el mismo. No sólo se confunden en mi mente. Es el tiempo de antes, el que era todos y ninguno. El tiempo que jamás corre, y todos los instantes son el mismo, extendiéndose hasta la eternidad. La niña se acuesta en la cama. Su avergonzado pudor casi me despierta ternura. Casi
Al maravilloso coro de sus gemidos repetimos el mismo dialogo que en esta habitación que sostuvimos la última vez. Esa mezcla de alabanzas, groserías y comentarios obscenos que sostienen las personas durante el amor, con el fin de que las palabras mantengan el calor de un acto innecesariamente prolongado. No, es otra, no te olvides. Es solo que sorprendentemente dice lo mismo que la otra. Tu mente y la habitación te juegan una mala pasada.
Buscando algo con que entretenerme, miro a mi alrededor. El ritual se cumple poco a poco, hasta perfeccionarse. Ahora la habitación es la misma, es el mismo tiempo de antes, el mismo lugar. Ella y yo somos otros, somos los de antes. El objeto del ritual es recuperar ese instante mágico, es momento maravilloso. Cazar la polilla de atemporalidad, clavarla con dos chinches y observar belleza de sus alas. La atemporalidad es una forma de eternidad. Si no hay tiempo, no hay pasado, no hay futuro, ni vida ni muerte. Sólo nosotros.
Caigo rendido, cansado, melancólico. No hay criatura más sola que el hombre después de amar. Miro a mi derecho. El tiempo está corriendo de vuelta, ya no es la misma habitación de antes. Los globos están apagados, y no puedo recordar el amor inicial hipnotizándome con el brillo de una llamita. A mi lado, una perfecta desconocida se deshace en caricias y no se calla. El tiempo sigue avanzando, cada momento distinto a todos, cada momento único.
Y yo vuelvo a estar solo.
----------------
Now playing: Moby - Raining Again (Steve Angello's Vocal Mix)
via FoxyTunes
4 delirios:
La verdad es que me confundí con los tiempos. Para mi desgracia tu final me hiso entristecer xD, porque siempre he oído que es asi: luego de amar, el hombre sólo encunetra soledad :/
Saludos Gringe
jajajaja la idea es esa!confundirse con los tiempos, captar la temporalidad...xD
Me gusta como juegas con los tiempos verbales, este cuento me gusta mucho más que cualquier otro que hayas escrito (quizas menos q uno que escribiste en septiembre del año pasado, por ahi lo tengo), aunque demasiada melancolia, quizás más de la que tienes normalmente...
septiembre?? adoro jugar con los tiempos...pero en el español se complica...
tu has escrito algo?? se te extraña!
Publicar un comentario