Veo, mientras escucho la melodía de la melancolía,
como se cortan los hilos rojos que me tienen atado
y van cayendo uno a uno, floreciendo en el piso.
Siento el gritar de la carne.
la liberación de las ataduras que la apresaban,
el arar de la hoja en el campo escarchado.
Canto el dulce arrullo de la canción,
el suave murmullo que se oye dentro de mi cabeza.
No más estar dirigido a través de los hilos rojos
que cuelgan de tus dedos,
magnifica araña.
No más estar embalsamado,
atado a un pasado que no ocurrió,
por la vendas rojas de tu cabello.
No puedo, no quiero, recito mientras se cortan los hilos rojos.
Quiero, necesito. Suplico.
Mientras florecen en el piso.
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