Estamos de inventario de nuevo. Genial, ahora parece que tenemos que contar todas las cosas cada seis meses. La mezcla de parciales y volver del trabajo a las cinco de la mañana es terrible para mis horarios de sueño, estoy durmiendo menos de cuatro horas corridas…un desastre, un desastre.
Llega el día de contar en el local. Los días anteriores hemos contado los depósitos, las heladeras, las despensas. El local lo cuenta una empresa ahora, lo que no nos salva de tener que contar cosas nosotros mismos, y de tener que dejar el local en condiciones para abrir al día siguiente.
Son las cinco, y aún estamos frenteando todo el local, ordenando el caos que han dejado los que cuentan. Si nosotros, que teníamos que ordenar después, dejábamos un desastre; imagínense lo que dejaron aquellos que saben que tienen que contar e irse. El lugar es lisa y llanamente un asco, las esponjas están todas en el piso, hay detergentes rotos y volcados por todas partes y mientras menos hablemos de los paquetes de fideos rotos será mejor. Estoy molesto, estoy cansado, estoy fastidioso, estoy frenteando. Los jefes están más molestos que nosotros, faltan casi diez mil pesos de mercadería. Frenteo la góndola de los termos y me voy al baño.
Estoy cansado, hace una semana que duermo mal, mi concentración es un desastre. ¿Frenteaste los termos? Si, Cristian, ya están. ¿Estás seguro? Ya me fijo, Cristian. Acordate que estás a cargo, confiamos en vos. Voy a la góndola. Los termos están sin frentear. Me debo haber olvidado. Me pongo a frentear, acabo y me voy a controlar que los demás hagan lo que deben. Al ir a vigilar las mayonesas, paso por la góndola de los termos de nuevo. ¡¿Acaso me están jodiendo, culeado?! Los termos están sin frentear. Frenteo de nuevo. Esto empieza a ponerme nervioso, debo estar perdiendo la atención a los detalles. Debe ser eso. Los termos no pueden desfrentearse solos, no es que se mueven cuando quieren. No.
Te busca el gerente. Mierda, que querrá. Los mandos medios y yo estamos reunidos contemplando como el gerente sermonea a los encargados de la fiambrería por haber mentido en las cifras. Bajamos todos. ¿Y los termos? Culeado, te dije que los frentearas. Lo hice, Cristian, te juro. ¿Y cómo se desordenaron de nuevo, se movieron solos? Eso creo yo. Cristian sonríe, me ayuda a frentear los termos. Las luces se apagan. Vamonos al ocote de una vez. Vamonos.
Salimos. Y ahí está de nuevo. Desde el lunes pasado, medio oculto en la avenida sin luces, brillan los carteles de un taxi apostado en la esquina. Pareciera que espera que el semáforo se ponga en verde y le de paso. Pero siempre se queda ahí, quieto, agazapado. Venderá droga, dice uno de mis compañeros. Ya veo que nos acercamos y está con tremendo trava, se ríe Cristian. Nunca ninguno lo tomó, todos utilizan chistes para no acercarse. Pero en realidad todos creemos que es una trampa. Ladrones en un taxi robado, esperando a los borrachos y a los incautos. Condenados en un tumba negra y amarilla, prometiendo infiernos como destino. Sepa Dios que más. Todos paran un remis, o un taxi, pero nadie toma el que espera en la esquina. Me voy en el auto de mi jefe, que por suerte vive cerca de mi departamento. Nos subimos. Miro hacia atrás y el taxi no está. Tendrá pasajeros, le digo a Cristian. ¿A dónde iría? Abro bien los ojos, tétricos gracias a mis ojeras rojizas. Se llevará sus pasajeros al infierno. Le digo. Cristian me mira serio. Arranca el auto y nos vamos. Paramos en un semáforo y recién dice.
La verdad que no creo en nada de eso. Pero si mañana los termos no están frenteados, me cago todo.
Yo también, jefe, yo también.
Cara Berlangganan WeTV
Hace 1 año
2 delirios:
tus cuentos raros del super mercado no son para escucharlos con white stripes de fondo, y eso es definitivo :B
me encanto (:
jajajaja, fomentan el terror y la demencia...al final acabas paraonica y psicotica!! xD
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