sábado, 6 de junio de 2009

Fiesta de ver la Luna

Ciudad de las Estrellas. Fiesta de ver la Luna en el Barrio de los Príncipes del Caucho. Todos los Níveos asistían al baile. Ahí estaban todos los magnates del caucho y la sal, enfundados en sus apretados fracs negros, transpirando bajo el peso de sus enaguas, momificados por sus uniformes azules. Los Hiperbóreos los admitían en sus fiestas, más no los querían. Algunos los veían como un amo nuevo, un amo de tantos que habían venido a la Selva de las Estrellas a mandar, para luego ser derrotados por el siguiente amo. Otros, la inmensa mayoría, los veía como niños inocentes. Pobres criaturas provenientes de culturas que tenían sólo un par de generaciones de hombres en su pasado. Los Hiperbóreos eran mejores: su cultura se arraigaba en el inicio del tiempo, su arte estaba grabado en los albores de la civilización. Los pobres níveos, pálidos en la noche festiva, colorados bajo el intenso Sol de la Selva de las Estrellas, apenas podían saber que era la civilización. Pobres criaturas, creídos los dueños del mundo cuando sólo eran unos niños que estaban de paso, como tantos otros.
Todos eso pensaba Cuauhtli cuando miraba a una bella chica nívea que no debería pasar los quince años. Tenía el cabello rojo como el fuego, lo que causaba revuelo y gracia en los Príncipes del Caucho hiperbóreos, y las manos y el rostro de un fantasmal color blanco. Su vestido azul intentaba darle una belleza altiva a su cuerpo lánguido y delicado. Cualquiera podría haber dicho que estaba enferma y que moriría en poco tiempo, consumida por el fuego de su cabello. Para los estándares hiperbóreos, era una criatura con el color de un fantasma y la belleza de un caballo. Pero a Cuauhtli le gustó ver que estaba alejada del grupo de las niñas níveas, con un aire aburrido. Se le acercó, dispuesto a impresionarla.
Quería ver los ojos marrones de la joven abrirse enormes cuando él le explicara que su estirpe había combatido contra los gigantes y los dragones en la Cruzada de los Desiertos, que su pueblo no sabía de donde había venido porque hacía tantos siglos de ello que no lo recordaban, quería contarle de ciudades enormes abandonadas en la selva por pueblo de los que se había perdido toda memoria. La chica escuchó con aire aburrido. No le interesaban los logros pasados de los hiperbóreos, le explicó. Para ella, cualquier pueblo que se vanagloriase de su gloria pasada era como un anciano que contaba anécdotas mientras la Muerte le tocaba la puerta. En su lugar, la chica le contó entusiasmada de las impresionantes máquinas que había visto durante su paso por las grandes capitales níveas. Le contó de barcos de acero del tamaño de enormes palacios, de imprentas que guardaban toda memoria humana en papel, para que nada se perdiese, de rifles capaces de matar a un elefante desde una distancia segura, de cables que llevaban la voz humana de un continente a otro. Las Fiestas de mirar la Luna estaban bien para los hiperbóreos, su civilización estaba más ocupada pensando como llegar a ella.
La chica se divirtió mucho hablando con Cuauhtli, y lo invitó a visitar la casona familiar cuando pudiera verlo. Su familia recibía los Sábados. A diferencia de los padres hiperboreos, los níveos estaban atados a rigidas normas de etiqueta para salvar el decoro de sus hijas. Lo dejó sólo, parado, mientras era llamada por su enorme y sonrosada madre.
Cuauhtli se quedó en el lugar, sin saber qué hacer ni qué sentir. No podía odiar a la joven por hablarle de esa manera. No podía quererla por haberle mostrado la verdad tampoco. Los níveos no eran idiotas: se ocultaban tras la máscara de la idiotez para poder conquistar el mundo más fácilmente, mientras los demás creían que sólo estaban de paso. Y su cultura era mucho más joven pero por eso más veloz y cambiante, mientras que la suya se moría de vieja.

1 delirios:

ILYENA dijo...

Aaw, volviste con los cuentos de reflexión (esto es una etiqueta creada por mi xD)
para que sepas, realmente te extrañé, no me juego a nada porque fue así, encima estuve re mal y necesitaba verte, pajero, no desaparezcas mas!

Publicar un comentario