sábado, 8 de mayo de 2010

Definición

(En el diario) Las horas de la siesta pasan lentas y pesadas. El propio aire parece haberse detenido. La siesta es un préstamo que el Dios Pájaro-Sueño otorga por las tardes y descuenta de las noches. Pero los insomnes debemos inventarnos actividades para las horas muertas.
La pipa es verde claro, con un tubo del mismo color y una boquilla de ámbar miel, su cuello es de plata labrada y la campana de agua es verde oscuro y tiene olas grabadas. Aspiro y dicto. Ojos anota como siempre, mientras describe con sus-mis ojos lo que estoy viendo-sintiendo.
(En el Libro)“(…) Es cierto que la verdad es una construcción de los poderosos. Pero ante todo es una construcción de los que poseen el conocimiento, pues ellos son los que dirán al común que están viendo todo al revés. Son los sabios los que encontrarán laberínticas maneras de justificar los más arbitrarios procedimientos y de resolver las incoherencias que tienen las ideologías con la realidad que el común ve. Así, no debe despreciar el Domesticador el valor de tener siempre a su lado a aquellos que pueden trastocar la naturaleza y darle la forma que éste necesite para manejar mejor el mundo” (La Ciega: Diario Sobre el Domesticador)
(En el diario) Tenemos que revisar la cantidad de veces que he puesto construcción, Ojos. Odio repetirme tanto. Escribe bien, excelencia. Sus ideas son complejas, pero sus palabras permiten a todos entender el significado tras ellas. ¿Tú crees, Ojos? ¿Es que no has aprendido nada? Suspiro, me abanico tratando de que el fresco contenga las ganas de estrangularla. Sostiene un abanico blanco nacarado, con perlas adornando la punta y tejidos de plata que forman nubes rozadas y pájaros batiendo sus alas como si bailaran.  No entiendes nada, como siempre, Ojos. Ese es el problema con los nativos, jamás acaban de entender nada.
(En el Libro) “Los idiomas se dividen en dos grupos: Aquéllos que buscan decir cosas, y que aquéllos que buscan ocultarlas. Los primeros son francos y directos, escasos de sutilezas, abundantes en caligrafías y escritos poéticos. Los segundos son idiomas duros, técnicos, sutiles en las implicancias de cada palabra, llenos de lagunas y oscuridades que deben ser rellenadas por la mente. De letras rectas y brutales, hechas para escribir leyes en piedras o leyendas en lápidas. En todo caso, ninguno de los dos puede decir una verdad, aunque el segundo tipo es más útil a la hora de poder fabricarlas.” (La Ciega: Diario Sobre el Domesticador”)
(En el diario) Nosotros fabricamos lo que queremos decir, ¿entiendes? Toma por ejemplo la palabra…el lomo del libro es rojo oscuro, letras de oro pintado cubren su…si basta con eso, no me dejas pensar. Lee esa palabra. Las pequeñas letras negras se apiñan en el centro del libro, un dibujo de una hoguera, con ángeles y sol  pintados con pan de oro adorna la siguiente página. Ahí dice “Hereje”. Muy bien. ¿Qué es un hereje?  Una persona que niega los dogmas de la religión. Muy bien, veo que has estudiado la lección. Pues no, un hereje es aquél que piensa contra El Patriarca-Domesticador. El cazador de brujas de hoy es el hereje de mañana, según como funcione la balanza del poder en la administración central. Y eso que la forma de pensar de la pobre persona que arderá en la hoguera es siempre la misma. O, mejor aún… ¿Qué es una persona? Una persona es un hombre, Excelencia, una de las criaturas creadas por los dioses. Pues no. Una persona es una herramienta de la que el poderoso se vale para hacer cumplir sus metas. Las personas son cosas. Y eso que hasta en tu idioma la distinción entre persona y cosa es clara.
(En el Libro) “Ante todo, un idioma es una herramienta de libertad. El común solo puede pensar en aquellas cosas que tienen palabras. Mientras más central sea una cosa o una idea en una lengua, más difícil será sacarlo de las cabezas del común. El Domesticador siempre debe tener presente esto, con la mirada en modificar el idioma. Cada vez que elimine un término, o valorice otro en una lengua, estará domesticando mejor la mente de los que esa lengua hablan” (La Ciega: Diario Sobre el Domesticador)
(En el diario) Mírate por ejemplo a ti. Antes tenías un nombre y un pasado. ¿Lo recuerdas? Te dieron a mí y nos divertimos y reímos juntas, soñando que nos casaríamos con un capitán ganar de cien batallas o con un príncipe de máscara de plata y cabellos negros. Ahora solo eres Ojos y yo soy La Ciega. Pero aún tengo un nombre, Excelencia. ¿Ah sí? Si yo. Ni se te ocurra decirlo porque te sacaré la cabeza de un solo golpe y tendrás que ver por mí desde un maniquí. La sola idea de escucharte me da acidez. Ven, ven. Dame tu mano. Sin miedo tonta, que no hablaba en serio. No puedo hacerte daño, si perdiera tu-mi vista, no sé qué haría. Busca la pluma-plata y las cosas para escribir.  El pincel es de madera plateada con diseños de tréboles trepando por el mango. La mesita es de laca roja, como el tintero. Una hoja blanca se apoya sobre la mesita. Toma la pluma-plata, mójala en el tintero. Con cuidado, boba, se supone que tomas lecciones de caligrafía. Una mancha negra parece irradiarse en el borde superior derecho de la hoja blanca. Siempre me pareció que te pones demasiado descriptiva cuando tocas los instrumentos de caligrafía. No sé como tomar eso, Excelencia. No lo tomes, tu toma la pluma-plata por ahora nomás y mójala con cuidado. Ahora tomo tu muñeca para poder ver como escribes. Escribe tu nombre en la hoja. ¿Lo sientes? ¿Sientes tu lengua tomar forma en la hoja? ¡Lo siento, Excelencia, lo siento! ¿Sientes el río negro extenderse majestuoso hacia abajo? ¿Sientes las pequeñas curvas pronunciadas que se forman cuando rodea alguna montaña, la firma rectitud con que recorre las llanuras de la selva-papel? ¡Lo siento, siento las llanuras, las montañas! Dibuja con cuidado sus brazos-líneas, sus lagos-puntos. El río recorre exacto y elegante la selva de palabras de tu idioma antiguo y nativo. Casi puedo verlo al tocar tu muñeca, corriendo por tus venas. Abre los ojos. La hoja está toda escrita en caracteres algo deformes pero claramente legibles hechos con tinta negra. El manchón cubre una parte del texto. ¿Qué dice? Dice… ¿Qué? Yo soy los Ojos de La Ciega... ¿Ves? Eso eres. Ese es tu nombre.
Como con todos los demás animales, hemos tomado lo mejor de ti y lo hemos pulido. Hemos desechado el resto, tus errores, tus vicios y defectos. Solo hemos dejado lo útil. De la que fuiste, sólo hemos dejado tus ojos.  Suspiro y aspiro el nebuloso humo de la pipa. No llores, tonta. No es tan malo. Yo soy mejor que tu. De la niña que fui solo queda La Ciega. Y eso es menos de lo que queda de ti. Tú al menos puedes ver.
Las horas muertas de la siesta avanzan despacio, sofocantes. Ojos trata de calmarse, y yo trato de pensar. Pero las horas muertas no sirven de nada. Al parecer, solo sirven para dormir.

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