viernes, 3 de abril de 2009

Doppelgänger

La quería mucho.Aún lo hago. Los dos, café y MSN de por medio, pasábamos las largas horas de insomnio discutiendo sobre libros, escribiendo de vez en cuando algo juntos. Sacábamos la parte más ingeniosa del otro, nos confesábamos. Si amar a alguien es tratar amorosamente a una persona, sentirse bien hablando con ella aunque sea mediante una ventana de Chat y tratar de tener una rutina en común; entonces nos amábamos. Ella adoraba mi sonrisa, más brillante que la real gracias a la luz de la cámara, amaba mis palabras pensadas antes de ser escritas, mis modos amanerados en la webcam. Yo amaba su sonrisa de nena, sus respuestas sarcásticas, mordaces, la forma en que exhalaba el humo del cigarrillo que siempre la acompañaba.

Tras mucho insistir logré convencerla de que nos veamos. Tenía novio, con el cual tenía una magnifica relación, yo suplía la necesidad de un amigo durante el insomnio, de alguien capaz de oír intimidades sin peligros ni reproches. Era perfecto, pues no teníamos amigos en común a quien pudiera contarles aquellos secretos y el hecho de tener que escribir las cosas le permitía a ella soltarse y contar cosas que no contaría normalmente. Yo quería verla, necesitaba verla. No me alcanzaba amarla a través de lo que escribía, amarla en el silencio de la noche. Necesitaba estar con ella al menos un momento, aunque sea para estar seguro de que del otro lado de la brillante pantalla existía una persona de carne y hueso, y no un fantasma meridiano creado por los delirios de la falta de sueño.

Estaba peleada con su novio, se sentía muy mal y decidió venir. No saldríamos del departamento. En un cine o un bar corría riesgo de ser vista por algún conocido del novio, y las posibilidades de arreglarse con él se perderían. Cenaríamos, charlaríamos, nos reiríamos. Que haríamos el amor era algo que se sobreentendía.

Me maté cocinando. El pollo con miel y almendras jamás me quedó tan bien, jamás le quedó a nadie tan bien. Ella llegó en tiempo y forma. Tenía un vestido negro, vaporoso, y enormes accesorios de plástico rosa. Su sonrisa me hizo olvidar todo lo que tenía pensado decir en un instante. Comimos casi en silencio, luego hablamos de cine mientras tomábamos una cerveza. Recién a la tercera me animé a acercarme a ella y tocarle el brazo con timidez. Ni siquiera se puso colorada, al menos no más de lo que ya era. Su boca no tenía gusto alguno, ni al tabaco de su cigarrillo, ni a la miel y las almendras, ni a la cerveza, ninguno. Su mirada era pícara, pero de un modo lo suficientemente inocente como para no quedar como una puta. En ese momento me estaba amando, no debía pedir más nada, me decían esos ojos marrones, vivaces y oscuros. Encerré a mi gato en el balcón. Todavía es cachorro, y ni siendo gato debía ver lo que ocurriría en mi dormitorio. El silencio de la calle nos permitía concentrarnos. Por un instante no hubo pantallas de computadora de eléctrico brillo helado ni palabras suaves para hablar ni nadie más en el mundo. Éramos ella, yo y la eternidad. Poco después saludó y se fue, dejándome su olor en el cuerpo y una mancha de rouge en la mejilla como asegurándome que no había sido un sueño.

Cuando me levanto, siempre cumplo la misma rutina indistintamente de la hora en la que me levanto: Pongo la máquina de café, me lavo la cara y sirvo el café en la misma taza floreada de todos los días. Luego tomó el café leyendo a medias los mismos 4 diarios de siempre y reviso mi correo electrónico. Cumplía esta rutina cuando en mi gmail noto un mail de ella.

En él, ella se disculpaba por no haber ido a cenar conmigo. Estaba muy deprimida por haberse pelado con el novio, y no quería cometer una imprudencia al verme. Se disculpaba, y me pedía que comprendiera la confusión en la que estaba sumergida.

Terminé mi café, sonriendo, pensando quién me había visitado la noche anterior. La parte más importante de mi cabeza, la mística, que cree en demonios y seres mágicos, pensó que era un ángel, una musa, que había decidido amarme por una noche. La otra parte pensó en hacer la denuncia a la poesía. Prefería hacer caso de mi primer pensamiento, aunque fuera porque en la comisaría se reirían de mí.



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Now playing: Los Fabulosos Cadillacs - Padre Nuestro
via FoxyTunes

2 delirios:

Andrea dijo...

Me limito a decir que me encantó. Así de fácil. Muy bien escrito, final inesperado. Che, para mí que cuando yo sea profe de lengua voy a usar tus textos como ejemplos de los recursos literarios no sé cuales que vimos el año pasado xD

ILYENA dijo...

nono por favor Andrea, eso de las lenguas romances y toda la bola de los recursos de noveno fueron las fotocopias mas estúpidas que pude haber leido!
y me mataste con el texto, BOLOOOO.

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