Marchamos. No debería decir eso. Debería poder decir marcho. Un ejército bien organizado no es un grupo de hombres, es un solo soldado guerreando contra otro. Y las tropas son como hojas que se me mecen en la brisa al unísono, son un solo río que corre raudo e imparable por la selva. Pero marchamos, cada uno a la velocidad de su cansancio, cada uno al ritmo de su enfermedad.
La Selva, cada vez más oscura, cada vez más tupida, cada vez más eterna, se extiende infinita, prometiendo una jornada más de marcha cada día. Sólo él no se cansa. (
Al margen, con letra roja:
No puede cansarse aquél que no tiene alma que se agote, dice Coyolli, no creo que ese sea el problema. Yo hace mucho que no tengo alma, y estoy cansado de todos modos) Marcha al frente de todo, con la vanguardia, a pie, cabalgando en sus visiones, con sus ojos alucinados y su boca permanentemente masticando. El Veedor es el más grande demente del aparato del estado. Todos los que dirigimos está caterva de ignorantes que es la patria somos dementes. Hemos quedado así por estar permanentemente parados sobre los engranes de la realidad, mareados por su movimiento perpetuo. La inteligencia de todos los Domesticadores se ha visto reducida con los años, es la consecuencia de ser los bueyes que tiran del arado del estado. Han quedado cada vez más reducidos a rumiantes bóvidos, idiotizados por los bezoares que acumulan en sus intrincados estómagos. (
Al margen, en letra cursiva roja: Las vacas son bestias, símbolos perfectos del amansamiento del Domesticador. A ellas no les falta nada. No se rebelan contra la mano del amo no por ser ignorantes, sino porque son felices con lo que tienen. Aunque la estupidez también ayuda) Los Domesticadores, encerrados en los monasterios, rumian las serosas excreciones teológicas de sus cerebros. Bóvidamente alucinan la verdadera naturaleza de Él, que no puede tener naturaleza pues él la ha creado. En las ciudades, rumian las miles de fojas de sus juzgados, alucinados con las implicaciones de leyes que ellos mismos han creado. Uno sabe todo sobre su creación, sino no es de uno, sino que es de alguien más. Los hombres crean la ley, luego dicen que hay que obedecerla e imponen castigos. Tanto sentido como tener un hijo y luego darle al pequeño las llaves de la casa. Sólo él no alucina con esas creencias devenidas en excreciones. Siempre tiene algo en la boca. Una hoja, la piel de un reptil, unos insectos. Su boca es una cornucopia multicolor, una bola brillante que tiene todos los colores del arco iris. Constantemente mastica, caminando sin parar, sin cansarse jamás. Cada tanto escupe. Un escupitajo rojo acá, uno amarillo allá, otro de un color desconocido contra ese árbol. Él otro día, Monseñor, un soldado curioso tocó uno de esos colorinches gargajos con la punta de sus dedos. El dedo quedó manchado de violeta. No le prestó atención, sólo se quejó de un pequeño dolor de sus articulaciones. Cuando estábamos cenando y preparando las carpas, ya tenía canas, Monseñor. A la mañana siguiente estaba muerto, chiquito y blanco, como el más anciano de los viejos. Se nos deshacía en las manos su seca momia cuando lo tiramos al río. ¡Déjate de cuentos, Coyolli! Lo que me faltaba, no sólo te robas el rancho de los solados, sino que te dedicas a robarme la cordura. Demasiado tengo con la fiebre como para escucharte. (
Al margen en letra cursiva: El tiempo en la selva corre más deprisa, pues los días son más cortos y las noches más largas. Alguien que vivió veinte años en una montaña sentirá que tiene cuarenta en la selva. Cuarenta en una selva son como cien en una montaña. Podredumbre viva mis pies, en la montaña no me hubiera pasado esto hasta la vejez. O quizás ya soy viejo) Me disculpo con Monseñor si lo molesto, pero le aseguro que no le miento. Como sea, ¿Cómo explicas que el no se enferme con sus propia saliva? No sé, Monseñor, quizás el veneno es como el de ciertas ranas rojas que él mastica, que mata con tocarlas, pero que no le hace nada al batracio. Cierto, quizás él mismo sea una rana.
(Foja RV-1. Reverso. Excelente condición, borde izquierdo ligeramente quemado, daños menores en el margen. Hoja posiblemente sacada de un libro de cuentas del ejército. Dañado por marcas de óxido. Ilegible en la pare superior)
(…)Él no se cansa. Él ya está donde debemos ir. No ve el presente, ni el futuro ni el pasado. Los ve todos a la vez. Ahora está aquí, caminado al frente de nosotros, masticando su selva bucal, ahora está al borde del río que pasamos hoy a la mañana, ahora se abraza, aterido de frío por las montañas al final de esta selva de mierda. ¿Descansamos, Coyolli? No, Monseñor. El Veedor dice que ya descansamos, mientras los exploradores buscaban un vado para el río que está más adelante, a medio día de marcha. Él ya vadeo el río, caminando sobre él gracias a alguna hierba letal que lleva en sus dientes cascados a fuerza de meterse la naturaleza en la boca.
(Foja RV-2. Anverso. Muy dañada. Hoja tomada de un libro, raspada. Presenta signos de putrefacción)
El General camina a su lado, pidiéndole consejo. El Veedor dice que nos apuremos, que él ya está ahí y no quiere esperar por siempre, manada de tortugas. Nuestro ilustre jefe de guerra ya no puede caminar, lo llevan en un palanquín como si fuera una mujer. Acaso me duelen… (Ilegible) Si el Veedor ve el futuro con la certeza del presente, el General analiza todas las probabilidades. Se le va la sangre a los pies… (Ilegible, borroneado)…tirado en el palanquín, analizando todos los posibles campos de batalla y todos los posibles enemigos que tendremos que enfrentar y que aún no se han mostrado.
(Foja RV-2. Reverso. Muy dañada. Hoja tomada de un libro, raspada. Presenta signos de putrefacción. La letra está visiblemente deteriorada)
(Ilegible, letra muy deformada y borroneada)…Sabe, Coyolli qué creo. Soy todo oídos Monseñor, por favor no se mueva mucho. Creo que El Veedor no se cansa porque ya se murió. Nosotros los estamos acompañando hacia la tumba y la derrota. No diga eso Monseñor, la dirección del general y su apoyo espiritual, la victoria es segura. No seas idiota, o mentiroso, Coyolli. Esta banda de forajidos medios muertos no podría ganarle a unas criaturas. Ni siquiera han podido con la Selva, no han… (Ilegible, letra muy deformada) No somos como el Dios Domesticador. Él reventó a azotes el lomo de la tierra, y la violó hasta que ésta parió todos los animales. Nosotros no estamos como para azotar y violar a nadie, como debíamos hacer. Los azotaremos, Monseñor, por favor no se mueva. No me muevo, Coyolli, que ya estoy muerto como casi todos, solo que moviéndome por gracia divina. (Ilegible letra muy borroneada)…siempre adelante. Él no ve y ve (ilegible, letra muy borroneada) Sólo él parece haberle ganado a la Selva. Se ve cada vez más joven, como si los yuyos que mastica lo devolvieran a la más tierna infancia. Llegará a las llanuras hecho un bebé, gateando hacia la eternidad. (Ilegible. Muy borroneado, letra muy deformada)
(Letra desconocida) Adelante. Siempre adelante.
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Now playing: Johann Sebastian Bach - Brandenburg Concerto No. 3, in G Major, BWV 1048 - Allegro moderato
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