Repongo la góndola,
con paquetes rojos y brillantes
llenos de especias castañas y de olor suave.
un paquete se rompe, las semillas caen al piso
y ya no valen nada.
me invade su olor dulzón, afrodisíaco,
el recuerdo de que escondía una riqueza inconcebible
la memoria de los miles que mataron y murieron por ella,
la historia de las civilizaciones antiguas y sagradas
arrancadas del suelo como yuyos,
los sueños de los piratas y traficantes que se lanzaron al mar
buscando destinos de oro y acero.
¿Cúanto está la nuez moscada?
Siete con sesenta, señora.
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