miércoles, 18 de marzo de 2009

Lemúria

Está lloviendo afuera, al menos eso creo. Ya no siento gran cosa, y mi oído tampoco es el mismo de antes. Es como si escuchara las cosas desde muy lejos, o a través de una pared. Bien podría estar lloviendo acá adentro, o dentro de mí, pues mis oídos no sirven para otra cosa que para ser engañados.
No recuerdo gran cosa de mi otra vida. El pasado me parece ahora más bien algo así como una maza de recuerdos amorfos y díscolos, con personas que creo eran amigos, padres, maestros, mezclados en la maza y pegados a ella como formando una pasta de memorias inconexas.
Como describir lo que pasó, o lo que creo que pasó. Yo tampoco sé bien cuando fue, si es que fue, y el como. La recuerdo a ella, al menos puedo ver su imagen, su rostro definido vagamente en un fondo de color negro pesado. No recuerdo que ropa llevaba, pero creo que el lugar era una calle cerca del lugar donde viví una vez, en ese pasado que no sé si es distante.
Recuerdo haber hablado con ella, no sé bien de qué. Pero todavía siento una especie de alegría al mencionarla, por lo que deduzco que me cayó bien. Era bonita, o al menos eso me indica mi intuición, ayudada por el vago rostro que recuerdo. Es como si esa cara fuera más bien de una caricatura mal dibujada, y sus facciones no estuvieran más definidas que en sus trazos más importantes, sin importar detalle o expresión. Quizás no las tuviera, estoy casi seguro de que no las tenía.
Hago un esfuerzo para recordar su nombre, creo que ella también hizo eso mismo. Me parece que ella, al igual que yo, no pudo recordar si tenía o no nombre. Y no sé porqué, pero eso no pareció extrañarme. Menos me va a extrañar ahora, que no recuerdo bien como era el mío. Lo supongo empezado con P o con S, pero no estoy seguro del resto.
Hablamos de tema triviales, creo. De lo frescas que se ven las estrellas después de la lluvia, de los colores de las nubes en la noche y de porqué las luciérnagas temen a los lémures. Esa palabra todavía me causa cierto escozor, pero no recuerdo que eso haya pasado en ese momento.
Me contó que la naturaleza rechazaba a los lémures porque ellos no pertenecen a estar realidad, sino que cabalgan entre varias. Originalmente fueron personas, pero tuvieron una muerte violenta, y por ello deben vagar por entre los vivos. .
Lo siguiente es todavía más vago y confuso que lo anterior. Por muchos esfuerzos que haga, nada puedo recordar de lo que pasó después. Excepto por el ruido de una frenada en el asfalto húmedo y de una bocina. Oigo vidrios rotos, pero como si fueran sumamente lejanos. Siento algo que me golpea, pero solo por un instante y después un ardor se apodera de mi cuerpo. Me invade una inmensa somnolencia y cuando cierro los ojos, millones de colores brillan como estrellas en el infinito. No siento más nada después de eso, aun no siento nada.
No sé quién soy, qué soy, si alguna vez fui algo. Sólo sé que tengo sueño y que necesito dormir más.
Todavía más.

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